Estos días se conmemora el aniversario del "paseo" por el Lago Ilmen que el 10 de enero de 1942 realizó un grupo de unos 206 españoles al mando del Capitán Ordás para salvar a los heroicos defensores alemanes de Vsvad, al suroestes del lago.
Esta hazaña pone los pelos de punta a todo aquel que se aproxima a ella por primera vez. Con unas temperaturas sobre la superfície del lago que alcanzan los 53ºC bajo cero y con 30 Km de travesía que se hicieron interminables, los españoles llegaron al final a la aldea de Ustrika, en la mañana del día 11 de enero, donde se pudo enlazar con las fuerzas alemanas sitiadas, poniendo fin a 24 horas de travesía, frío y ventisca.
El día 25 de enero, el Capitán Ordás envió este escueto mensaje a su general: "Salímos 206 hombres y quedamos 12... ¡Arriba España!".
Palabras simples y humildes, en un principio no destacan ni por su grandiosidad ni por su pomposidad, hablan más bien de un sentimiento que embriagaba a la mayoría de los españoles que estuvieron allí. Estaban allí "lejos de España, pero por España" (como se titula un libro sobre la División Azul de reciénte aparición). Hace unos días el nuevo ministro de Defensa de España, Pedro Morenés, pronunció unas palabras durante su primera visita a las tropas españolas en Afganistán, que seguramente pusieron los pelos de punta a más de uno, llegando a decir: "España se hace allí y aquí".
Algo que quizás, también pensaban los divisionarios que componían la Compañía de Esquiadores.
Ahora os dejo un tesoro que he encontrado en el foro MemoriaBlau.es acerca de la hazaña del Lago Ilmen. Os recomiendo a todos su lectura.
(El Lago Ilmen, hoy)
Artículo publicado el día 4 de Febrero de 1942 en la Hoja de Campaña
¿Quien que haya leido nuestra historia no ha sentido a través de ella el
escalofrío que produce siempre los sublime y el orgullo de haberlo
realizado por hombres de nuestra sangre?
Recordad españoles...
Comenzaba el siglo XVI, cuando un modesto Capitán extremeño, Hernan
Cortés, y un puñado de soldados de sangre hispana quemaba sus naves en
la cosa americanas y, sin más esperanza que en su Dios y en España, se
adentraron en un país desconocido que querian conquistar para la Patria.
Y ese puñado de españoles, sometidos a la tortuira de la sed, a las
angustias del hambre y de la fatiga, combatidos un día y otro por un
enemigo mil veces mayor, falaz y traicionero, supieron vencer... y
Mejico se llamo Nueva España.
Recordad también, hermanos falangistas, a aquel Pedro de Valdavia que
con no más de 200 españoles conquistó la hoy República de Chile y
sometió a España a los terribles araucanos.
Recordad, en fin a Francisco de Pizarro que con un Puñado de españoles
se introdujo con audacia inaudita en el corazón mismo de Perú, sin
retirada posible, para desde allí conquistar para la Patria aquel
emporio de riqueza.
¿Es magnifico verdad?. Tan magnifico que más bien parecen estas hazañas
hijas de la fantasía que de la realidad. Y, sin embargo, con todo ello
no son ls conquistas en sí, ni las grandes victorias militares, ni el
genio de la raza, lo que da más valor a la empresa, sino que esta se
pueda realizar. Y se pudo realizar solamente a cambio de sufrimientos
terribles, de padecimientos infinitos por parte de aquellos soldados
españoles que de esta manera iban ensanchando por el mundo las tierras
de España.
¿Quien dijo que la raza hispana había desaparecido ya?. ¿Quien pudo
afirmar que aquel infante español se había esfumado en nuestra historia?
Escuchad...
Han pasado más de cuatro siglos y otro puñado de españoles que sienten
hervir en sus venas la sangre misma de aquellos días, se han lanzado a
una aventura más por su Dios y por su Patria.
Es en Rusia frente a un terrible enemigo que no es ni el hombre ni la
másquina ni el hambre ni la sed ; es algo aún peor, es el frio que cala
los huesos, que encoge los cuerpos, que agota las energías pero que no
puede vencernos. Y he aquí que en la lucha entablada entre el soldado
español, mediterráneo ó céltico, castellano o isleño, y el frio ártico
surge de imprevisto otra de esas hazañas que de vez en vez van jalonando
la historia de nuestra Infantería.
Veintidos horas de marcha sobre el hielo
Nuestra Unidad de esquiadores recibió la orden de acudir en socorro de
unos camaradas alemanes cercados en un lugar que no tenía m´s acceso que
la superficie helada de un lago. Comenzó la marcha a las diez de la
mañana. Iban nuestro camaradas envueltos en grandes abrigos de piel,
calzados con botas de fieltro rusas, en dantesca caravana de trienos
conducidos por naturales del país.En el sombro de estas gentes podía
leerse el indecible elogio al temple de nuestros muchachos algunos de
ellos conocidos deportistas del SEU. Poco a poco empezaron las tremends
dificultades. Con la temperatura más cruel que esta tierra es capaz de
producir, nuestros hombres habían de orientarse por la brújula, ya que
la perversidad del paisaje no ofrecia ni una piedra ni un árbol ni un
sendero y la cellisca quemaba los ojos. Luego, las diltaciones y
centraciones de la masa de nieve ocasionabas por las diferencias de
temperatura habían desgarrado la superficie del lgo, formando grietas y
amontonamientos que contituían verdaderas barreras. Cinco de estos
obstáculos se presentaron sucesivamente en dirección normal al avance de
la Unidad que hubo de contornearlos hasta encontrar un punto de paso
favorable. Y en esta lucha denodada, a la fatiga se unio el hambre y la
sed; el pan y la mantequilla se habían convertido en puro hielo y el
coñac quemaba los labios. Llegó la noche, esta noche rusa encelada de
tenebrosidades. Perdida de orientación por haberse helado la grasa de
las articulaciones de la brújula, los ojos del alma, clavados en la
lejanía, allí dónde adivinaban a los rojos queriendo hacer presa en los
camaradas germanos, no quisieron ver otra consigna que la de siempre
adelante. Trineos y caballos iban cayendo en los pozos de hielo pagando
caro el esfuerzo del hombre porque el agua que saltaba de entre los
bloques de cristal producía graves congelaciones. Después de veintidos
horas de marcha en esta condiciones, la expedición divisó al fin un
pueblecito. Una patrulla de reconocimiento se adelantó y pudo comprobar
que el pueblo estba ocupado por los alemanes. Da una idea el esfuerzo
realizado por nuestros esquiadores que el sesenta por ciento de los
hombres que integraban la unidad hubieron de ser rápidamente evacuados
debido a las graves congelaciones sufridas durante la marcha, habiendose
realizado varias amputaciones dobles por este motivo.
Ocho días de lucha
Se había alcanzado la meta. Y con ella empezaba la lucha.
Un poco menos de la mitad de los hombres que salieron el día anterior
lograban poner pien en tierra firme y no todos sanos, que no eran pocos
los que padecían quemaduras por congelaciones de menor importancia.
Aquel mismo día 12 de Enero, empezaron nuestros bravos esquiadores sus
movimientos para establecer contacto con un enemigo que no necesitaba
ser muy numeroso para triplicar sus efectivos. ¡Adelante!. Y en
encuentros de patrullas, y en reconocimientos y en ocupación de
poblados, y en fin, en un andar y andar sin término por la nieve pasaban
las horas, acrecía la fatiga sin lograr rendir el espiritu de los
bravos españoles.
Terminados los reconocimientos y las operaciones previas se concetró de
nuevo la unidad y ocupó tres pueblos venciendo una a una toda
resistencia enemiga.
Fué entonces cuando el enemigo, dándose cuenta, sin duda, de que eran
españoles los que iban a la lucha, se creyó en el caso de reunir todas
sus fuerzas para poder dominar por el número y las armas lo que nunca
conseguiría en lucha franca.
Y comnzó el glorioso epílogo. Fué su primera escena la brillante gesta
del Teniente García Portas dirigiéndose con ocho de sus hombres al
asalto de un antitanque adversario; fué depués la resistencia heróica de
cuarenta soldados españoles ante el ataque de dos Batallones rusos y
cinco carros, lucha desigual que, sin embargo, costó ganar al enemigo
mientras allí quedaron cara al sol el cuarenta por ciento de los
españoles.
Sucedió a este ataque otros en las nuevas posiciones de repliegue, en
que la desproporción de medios y de hombres aun mayor y terminó el día
sin que el enemigo lograra romper la defensa como era su proposito.
Días de tranquilidad que sin embargo nuestros esquiadoresno pudieron sin
embargo dar a sus cuerpos el reposo que necesitaban, ocupados como
estaban en fortificrse ante los indicios de un nuevo ataque.
Este tuvo lugar el día 20. La noche, cómplice siempre de la traición,
favoreció al enemigo pra deslizarse y rodear las reducidas posiciones de
nuestro camaradas. Al alba se inició el ataque por todas partes pero
¡no importa! ahí están resistiendo los soldados de España y para que el
enemigo lograra que sus carros y sus Batallones ocupar el terreno que
ellos defendían, fué necesaria una cosa que murieran todos sus
defensores.
El cumplimiento de la orden
Pocos quedaron en filas, pocos pudieron dar el abrazo de camarada a los
soldados alemanes, que, no obstante todo el empeño del enemigo para
impedirlo, se unieron al fin con los nuestros.
Si alguien hubiera preguntado entonces que cuántos eran los que salieron
a la empresa hubiera podido contestársele como en Rocroi: ¡contad los
que cayeron!
Pero, no importa ¡España, nuestra España, estaba en pie!
viernes, 20 de enero de 2012
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