viernes, 20 de enero de 2012

La Gesta del Lago Ilmen (10-25 de enero de 1942)

Estos días se conmemora el aniversario del "paseo" por el Lago Ilmen que el 10 de enero de 1942 realizó un grupo de unos 206 españoles al mando del Capitán Ordás para salvar a los heroicos defensores alemanes de Vsvad,  al suroestes del lago.
Esta hazaña pone los pelos de punta a todo aquel que se aproxima a ella por primera vez. Con unas temperaturas sobre la superfície del lago que alcanzan los 53ºC bajo cero y con 30 Km de travesía que se hicieron interminables, los españoles llegaron al final a la aldea de Ustrika, en la mañana del día 11 de enero, donde se pudo enlazar con las fuerzas alemanas sitiadas, poniendo fin a 24 horas de travesía, frío y ventisca.
El día 25 de enero, el Capitán Ordás envió este escueto mensaje a su general: "Salímos 206 hombres y quedamos 12... ¡Arriba España!". 
Palabras simples y humildes, en un principio no destacan ni por su grandiosidad ni por su pomposidad, hablan más bien de un sentimiento que embriagaba a la mayoría de los españoles que estuvieron allí. Estaban allí "lejos de España, pero por España" (como se titula un libro sobre la División Azul de reciénte aparición). Hace unos días el nuevo ministro de Defensa de España, Pedro Morenés, pronunció unas palabras durante su primera visita a las tropas españolas en Afganistán, que seguramente pusieron los pelos de punta a más de uno, llegando a decir: "España se hace allí y aquí".
Algo que quizás, también pensaban los divisionarios que componían la Compañía de Esquiadores.
Ahora os dejo un tesoro que he encontrado en el foro MemoriaBlau.es acerca de la hazaña del Lago Ilmen. Os recomiendo a todos su lectura.
                                                              (El Lago Ilmen, hoy)



 
Artículo publicado el día 4 de Febrero de 1942 en la Hoja de Campaña


¿Quien que haya leido nuestra historia no ha sentido a través de ella el escalofrío que produce siempre los sublime y el orgullo de haberlo realizado por hombres de nuestra sangre?
Recordad españoles...
Comenzaba el siglo XVI, cuando un modesto Capitán extremeño, Hernan Cortés, y un puñado de soldados de sangre hispana quemaba sus naves en la cosa americanas y, sin más esperanza que en su Dios y en España, se adentraron en un país desconocido que querian conquistar para la Patria.
Y ese puñado de españoles, sometidos a la tortuira de la sed, a las angustias del hambre y de la fatiga, combatidos un día y otro por un enemigo mil veces mayor, falaz y traicionero, supieron vencer... y Mejico se llamo Nueva España.
Recordad también, hermanos falangistas, a aquel Pedro de Valdavia que con no más de 200 españoles conquistó la hoy República de Chile y sometió a España a los terribles araucanos.
Recordad, en fin a Francisco de Pizarro que con un Puñado de españoles se introdujo con audacia inaudita en el corazón mismo de Perú, sin retirada posible, para desde allí conquistar para la Patria aquel emporio de riqueza.
¿Es magnifico verdad?. Tan magnifico que más bien parecen estas hazañas hijas de la fantasía que de la realidad. Y, sin embargo, con todo ello no son ls conquistas en sí, ni las grandes victorias militares, ni el genio de la raza, lo que da más valor a la empresa, sino que esta se pueda realizar. Y se pudo realizar solamente a cambio de sufrimientos terribles, de padecimientos infinitos por parte de aquellos soldados españoles que de esta manera iban ensanchando por el mundo las tierras de España.
¿Quien dijo que la raza hispana había desaparecido ya?. ¿Quien pudo afirmar que aquel infante español se había esfumado en nuestra historia? Escuchad...
Han pasado más de cuatro siglos y otro puñado de españoles que sienten hervir en sus venas la sangre misma de aquellos días, se han lanzado a una aventura más por su Dios y por su Patria.
Es en Rusia frente a un terrible enemigo que no es ni el hombre ni la másquina ni el hambre ni la sed ; es algo aún peor, es el frio que cala los huesos, que encoge los cuerpos, que agota las energías pero que no puede vencernos. Y he aquí que en la lucha entablada entre el soldado español, mediterráneo ó céltico, castellano o isleño, y el frio ártico surge de imprevisto otra de esas hazañas que de vez en vez van jalonando la historia de nuestra Infantería.

Veintidos horas de marcha sobre el hielo
Nuestra Unidad de esquiadores recibió la orden de acudir en socorro de unos camaradas alemanes cercados en un lugar que no tenía m´s acceso que la superficie helada de un lago. Comenzó la marcha a las diez de la mañana. Iban nuestro camaradas envueltos en grandes abrigos de piel, calzados con botas de fieltro rusas, en dantesca caravana de trienos conducidos por naturales del país.En el sombro de estas gentes podía leerse el indecible elogio al temple de nuestros muchachos algunos de ellos conocidos deportistas del SEU. Poco a poco empezaron las tremends dificultades. Con la temperatura más cruel que esta tierra es capaz de producir, nuestros hombres habían de orientarse por la brújula, ya que la perversidad del paisaje no ofrecia ni una piedra ni un árbol ni un sendero y la cellisca quemaba los ojos. Luego, las diltaciones y centraciones de la masa de nieve ocasionabas por las diferencias de temperatura habían desgarrado la superficie del lgo, formando grietas y amontonamientos que contituían verdaderas barreras. Cinco de estos obstáculos se presentaron sucesivamente en dirección normal al avance de la Unidad que hubo de contornearlos hasta encontrar un punto de paso favorable. Y en esta lucha denodada, a la fatiga se unio el hambre y la sed; el pan y la mantequilla se habían convertido en puro hielo y el coñac quemaba los labios. Llegó la noche, esta noche rusa encelada de tenebrosidades. Perdida de orientación por haberse helado la grasa de las articulaciones de la brújula, los ojos del alma, clavados en la lejanía, allí dónde adivinaban a los rojos queriendo hacer presa en los camaradas germanos, no quisieron ver otra consigna que la de siempre adelante. Trineos y caballos iban cayendo en los pozos de hielo pagando caro el esfuerzo del hombre porque el agua que saltaba de entre los bloques de cristal producía graves congelaciones. Después de veintidos horas de marcha en esta condiciones, la expedición divisó al fin un pueblecito. Una patrulla de reconocimiento se adelantó y pudo comprobar que el pueblo estba ocupado por los alemanes. Da una idea el esfuerzo realizado por nuestros esquiadores que el sesenta por ciento de los hombres que integraban la unidad hubieron de ser rápidamente evacuados debido a las graves congelaciones sufridas durante la marcha, habiendose realizado varias amputaciones dobles por este motivo.

Ocho días de lucha
Se había alcanzado la meta. Y con ella empezaba la lucha.
Un poco menos de la mitad de los hombres que salieron el día anterior lograban poner pien en tierra firme y no todos sanos, que no eran pocos los que padecían quemaduras por congelaciones de menor importancia.
Aquel mismo día 12 de Enero, empezaron nuestros bravos esquiadores sus movimientos para establecer contacto con un enemigo que no necesitaba ser muy numeroso para triplicar sus efectivos. ¡Adelante!. Y en encuentros de patrullas, y en reconocimientos y en ocupación de poblados, y en fin, en un andar y andar sin término por la nieve pasaban las horas, acrecía la fatiga sin lograr rendir el espiritu de los bravos españoles.
Terminados los reconocimientos y las operaciones previas se concetró de nuevo la unidad y ocupó tres pueblos venciendo una a una toda resistencia enemiga.
Fué entonces cuando el enemigo, dándose cuenta, sin duda, de que eran españoles los que iban a la lucha, se creyó en el caso de reunir todas sus fuerzas para poder dominar por el número y las armas lo que nunca conseguiría en lucha franca.
Y comnzó el glorioso epílogo. Fué su primera escena la brillante gesta del Teniente García Portas dirigiéndose con ocho de sus hombres al asalto de un antitanque adversario; fué depués la resistencia heróica de cuarenta soldados españoles ante el ataque de dos Batallones rusos y cinco carros, lucha desigual que, sin embargo, costó ganar al enemigo mientras allí quedaron cara al sol el cuarenta por ciento de los españoles.
Sucedió a este ataque otros en las nuevas posiciones de repliegue, en que la desproporción de medios y de hombres aun mayor y terminó el día sin que el enemigo lograra romper la defensa como era su proposito.
Días de tranquilidad que sin embargo nuestros esquiadoresno pudieron sin embargo dar a sus cuerpos el reposo que necesitaban, ocupados como estaban en fortificrse ante los indicios de un nuevo ataque.
Este tuvo lugar el día 20. La noche, cómplice siempre de la traición, favoreció al enemigo pra deslizarse y rodear las reducidas posiciones de nuestro camaradas. Al alba se inició el ataque por todas partes pero ¡no importa! ahí están resistiendo los soldados de España y para que el enemigo lograra que sus carros y sus Batallones ocupar el terreno que ellos defendían, fué necesaria una cosa que murieran todos sus defensores.

El cumplimiento de la orden
Pocos quedaron en filas, pocos pudieron dar el abrazo de camarada a los soldados alemanes, que, no obstante todo el empeño del enemigo para impedirlo, se unieron al fin con los nuestros.
Si alguien hubiera preguntado entonces que cuántos eran los que salieron a la empresa hubiera podido contestársele como en Rocroi: ¡contad los que cayeron!
Pero, no importa ¡España, nuestra España, estaba en pie!

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