jueves, 24 de febrero de 2011

Un abrazo efusivo.


Siempre he querido reservar el contenido y las publicaciones de este blog para cuestiones que se limiten a ensalzar la historia gloriosa de España en todas sus vertientes y capítulos. Lo que me indigna o lo olvido o lo leo en otros lugares.
Eso sí, ocurren cosas que hay que denunciar porque no queda otra. Ayer se conmemoró en el Congreso de los Diputados el 30 aniversario del ¿fracasado? golpe de Estado del 23 F. Fue un acto institucional más de los muchos a los que nos tienen acostumbrados nuestros políticos y su realidad virtual paralela. Pero vamos a ir dejando a un lado la insoportable noñería democrática de este tipo de actos en los que la vanidad de todos sus asistentes llega a cotas infinitas y en los que todos son superdemócratas y nos centraremos en una anécdota que pudo pasar desapercibida para muchos.
A mí ya hay pocas cosas que me escandalicen en la vida política española pero me impactó el abrazo efusivo del Rey don Juan Carlos al genocida y criminal de guerra Santiago Carrillo, marques de Paracuellos por la gracia de Stalin y de la Internacional Comunista. Supongo que el Rey sabrá que el viejo nonagenario al que abraza tan efusivamente es uno de los máximos responsables del terror rojo en la capital de España durante la Cruzada de Liberación. El que nunca ha negado su protagonismo clave en la matanza perpretada por los comunistas y anarquistas, sicarios de Carrillo y de Stalin, en el municipio de Paracuellos del Jarama en los primeros meses de la contienda.
El mismo Carrillo ha llegado a admitir en una entrevista en el diario El País (9 de enero de 2005) su responsabilidad "a medias" en esa matanza que ha quedado impune y olvidada para la tan cacareada "Ley de Memoria Histórica". Ante la pregunta del periodista sobre su responsabilidad en la matanza de Paracuellos, el ex-secretario general del P.C.E. respondió con un cinismo que no oculta su responsabilidad:
"la única decisión que yo tomé fue respecto a aquellos dos mil militares que estaban en la cárcel de Madrid porque se habían sublevado en el Cuartel de la Montaña y era la de trasladarlos a Valencia... Puse aquella misión en manos de mis colaboradores de la seguridad del traslado... y la gente que ya había sufrido los ataques fascistas se lanzo a por ellos y la guardia que iba custodiándolos no los defendió. Si alguna responsabilidad tuve yo de aquello fue la de no tener capacidad para controlar y castigar a los responsables..., fue una desgracia tremenda, pero hubiera sido mucho peor que se hubieran unido al Ejército que estaba atacando a Madrid... Yo he soportado esta calumnia de Paracuellos, que tendré que soportar en esta vida".
El Rey dijo ayer que "estamos mucho mejor" que aquel 23 de febrero. Si el precio de esa mejoría general respecto a hace 30 años es constatar la impunidad de algunos personajes que siguen sin ser ajusticiados por sus crímenes de guerra y de genocídio, justo cuando mas se habla de "memoria histórica" y de reparación del dolor causado por una guerra civil, es evidente que estamos ante una mejoría relativa y putrefacta. Haría bien el Rey de España en cuidarse mucho en sus demostraciones de afecto a ciertos personajes siniestros que no dejan de sorprendernos por su vitalidad y su esperanza de vida.

1 comentario: